Grand Cru
BÂTARD MONTRACHET
Cuvée des Lilas
Añadas producidas : 2015 - 2018 - 2019
Su color va del topacio a la esmeralda. Su aroma recuerda al pan fresco y a la miel. En boca, Bâtard Montrachet armoniza frutos secos, especias y miel en una sinfonía pura. Desde su caricia untuosa en la lengua hasta su profundidad, este vino posee todas las gracias para encantar a los paladares más sensibles.
Su fuerza aromática y su textura untuosa y noble hacen del Bâtard Montrachet un maridaje perfecto con mariscos nobles, así como con refinados pescados blancos cuya fina carne se verá delicadamente recubierta por este vino poco común.
Cuenta la historia (¿o la leyenda?) que durante las Cruzadas, cuando su hijo estaba lejos en Tierra Santa, el señor de Montrachet mataba el tiempo visitando a las muchachas del lugar en el Clos des Pucelles. Unos meses más tarde nació un niño. El duque de Borgoña, todopoderoso en aquella época, decretó que el Señor se llamaría Montrachet el mayor, su hijo que había ido a las Cruzadas Chevalier Montrachet y, finalmente, el último nacido Bastardo Montrachet. Cuando se anunció que el hijo mayor había muerto en Tierra Santa, el segundo fue aclamado con un "¡Bienvenido el Bastardo Montrachet! Para completar la historia, se rumorea que el terrateniente, molesto por el llanto de su hijo pequeño, gritaba regularmente en dialecto borgoñón "a crio (llora) l'Bâtard". Cuando el Château fue demolido, las viñas llevarían los nombres que hoy simbolizan la quintaesencia de los grandes vinos blancos de Borgoña, en recuerdo de las travesuras de su ilustre ocupante (extracto de la Encyclopédie des Vins de France, publicada por EDITA).
BÂTARD MONTRACHET
Cuvée des Lilas
Añadas producidas : 2015 - 2018 - 2019
Su color va del topacio a la esmeralda. Su aroma recuerda al pan fresco y a la miel. En boca, Bâtard Montrachet armoniza frutos secos, especias y miel en una sinfonía pura. Desde su caricia untuosa en la lengua hasta su profundidad, este vino posee todas las gracias para encantar a los paladares más sensibles.
Su fuerza aromática y su textura untuosa y noble hacen del Bâtard Montrachet un maridaje perfecto con mariscos nobles, así como con refinados pescados blancos cuya fina carne se verá delicadamente recubierta por este vino poco común.
Cuenta la historia (¿o la leyenda?) que durante las Cruzadas, cuando su hijo estaba lejos en Tierra Santa, el señor de Montrachet mataba el tiempo visitando a las muchachas del lugar en el Clos des Pucelles. Unos meses más tarde nació un niño. El duque de Borgoña, todopoderoso en aquella época, decretó que el Señor se llamaría Montrachet el mayor, su hijo que había ido a las Cruzadas Chevalier Montrachet y, finalmente, el último nacido Bastardo Montrachet. Cuando se anunció que el hijo mayor había muerto en Tierra Santa, el segundo fue aclamado con un "¡Bienvenido el Bastardo Montrachet! Para completar la historia, se rumorea que el terrateniente, molesto por el llanto de su hijo pequeño, gritaba regularmente en dialecto borgoñón "a crio (llora) l'Bâtard". Cuando el Château fue demolido, las viñas llevarían los nombres que hoy simbolizan la quintaesencia de los grandes vinos blancos de Borgoña, en recuerdo de las travesuras de su ilustre ocupante (extracto de la Encyclopédie des Vins de France, publicada por EDITA).
